** Por Micaela del Barro
3er. año- Prof. En Ingles
Desde el primer año en "el Olga" se nos planteó en
las materias pedagógicas alguna inquietud sobre cuán apropiada es en realidad
la escuela actual y con el pasar de los años confirmé como estudiante que algo
andaba terriblemente mal. En este sentido, la visita al colegio Clara de Asís
resultó una invitación a repensar la educación, tarea especialmente difícil
realizar.
Muestra de cuán arraigados tenemos los conceptos
de la escuela moderna, es el hecho de que cada vez que relato esta experiencia
y cuento que no se toman exámenes, la reacción automática de todos
(incluso la mía en un principio) es el demérito y la pregunta: “¿Y entonces
cómo saben si los chicos saben? ¡Eso es cualquier cosa!” Y no, en realidad es
“cualquier cosa” que no podamos pensar en otras formas de educar, de “saber si
los chicos saben” sin tener que presionarlos en un examen que tan poco exacto
puede llegar a ser si se tiene en cuenta el estrés que conllevan estas pruebas.
Y esto es simplemente un ejemplo de todo lo diferente que son las escuelas que practican
y promueven la pedagogía Waldorf.
Relato
de una clase
Antes de entrar a clases, se izó la bandera, como
en todas las escuelas, sólo que los chicos no formaban en filas dependiendo de
su grado, sino todos incluidos en un mismo espiral que contenía en el centro a
los de 1º grado y en cuyo otro extremo se encontraban los chicos de 7º grado.
Otro hecho curioso: no cantaron el himno, sino que recitaron algunos versos
sobre vivir en paz entre nosotros y con la naturaleza, para luego cantar una
canción en latín en agradecimiento a Dios.
A continuación, me dirigí al salón de 4º grado con
la maestra. El salón, de forma irregular y con una parte del techo por la cual
entraba la luz del sol, estaba organizado de forma tal que el centro del mismo
quedaba libre para llevar a cabo las rítmicas (rutinas) diarias. La joyitas de
esta rítmica incluyen: la canción Fray Santiago en tres idiomas (español, inglés y francés) y cantada en
forma de canon; rimas acerca de ser justos a la hora de repartir (relacionado
con el tema que estaban tratando: fracciones); preguntas de tipo “¿8 x 7 =?” y
“¿10 =?”; y otras tantas más, todas apuntadas a la vivencia, experimentación de
aquello que estaban aprendiendo. Luego, los chicos ordenaban los bancos (que se
encontraban contra las paredes) para proceder a sentarse. La docente contó
parte de un cuento que terminaría al día siguiente y posteriormente, los chicos
practicaron una melodía en la flauta.
Quizás lo más similar a la escuela a la que yo fui (y la mayoría de
nosotros, si no todos), fue la actividad desarrollada en el pizarrón: la
docente solicitó voluntarios para graficar las fracciones que ella escribiría
en el pizarrón. Y el parecido es sólo ese, porque luego, los chicos copiaron lo
que estaba en el pizarrón en cuadernos de hojas lisas, que ellos decoraban con
guardas y dibujos. No tienen libros para ninguna materia.
Luego de la clase, la docente me explicó que ellos
no tenían varias materias por día, sino que trabajaban sobre la misma durante 3
semanas, en este caso Matemática, y luego pasaría a Geografía, creía. Cada una
de los temas (incluidos en el currículum del Ministerio y en el Waldorf), se lo
aborda primero desde la experiencia, para luego pasar a una forma básica de la
abstracción, y en la secundaria sí dar abstracciones más difíciles de
comprender. También contó que no se
toman exámenes, y que tampoco resultan necesarios: ella acompaña a los mismos
estudiantes de 1º grado a 7º y los conoce harto bien, a tal punto que puede
predecir a quién puede resultarle más difícil qué tema, qué materia, y así
puede explicárselo de manera diferente, y estar atenta a sus procesos.
Reflexión
a modo de conclusión
Seguramente esté olvidando algo muy importante. Lo
que queda claro es que la pedagogía realmente es la educación integral de
espíritu, cuerpo y alma de la cual tanto nos han hablado, y que la escuela
moderna fracasa todo el tiempo en llevar a término. Claro que puede estar
sujeta a críticas interminables, ¿pero que acaso la escuela moderna es tan
perfecta? Lo importantes es mantener la mente abierta para comprender que el
cambio es preciso si es que realmente queremos educar personas – libres.
Recomiendo revisar lo que nuestras queridas Olga y
Leticia Cosettini nos dejaron como legado, y no dejar que nuestro instituto
lleve su nombre en vano. La pedagogía Waldorf no es mágica y lejos está de ser
perfecta, pero es un intento como el de las hermanas, de educar personas en
forma integral, con amor, respeto y libertad.